En una fiesta reciente donde nadie llevaba mascarilla contra el COVID-19, presumimos que period porque la mayoría estábamos vacunados —palabra de honor, y sin pasaporte ni marca seen.
Allí, una amiga comentó que period regular vacunarse, ya que la ley exige que todos los niños se vacunen con la “triple vírica” o MMR, y nadie protesta. ¿Por qué entonces un gran cantidad de gente le tiene tanto miedo, tanta repulsión a la vacuna contra el COVID-19?
El número de niños de 19 a 35 meses vacunados con la MMR contra el sarampión, las paperas y la rubéola entre 1994 y 2017 ha sido de más del 90%. Los que no se vacunan no pueden ir a las escuelas públicas, privadas y guarderías.
No solo eso. Es obligatorio vacunar a los hijos contra diversas enfermedades, incluida la poliomielitis, porque se busca el bien común, que es lograr y mantener la inmunidad colectiva o de “manada”.
Entonces, ¿por qué el gobernador de la Florida Ron DeSantis arriesga ahora su futura posibilidad de ser presidente de Estados Unidos prohibiendo a empresas privadas, como son los cruceros de bandera extranjera y con completa independencia en las aguas internacionales, que insisten en la vacunación de sus clientes y empleados para viajar en sus barcos?
¿No se da cuenta DeSantis que si acaba por perderse esa gran empresa en la Florida nadie, ni mucho menos los republicanos de su partido en el estado, se olvidarán de ese desastre? Y si siguen con la concept de hacer compromisos y hay enfermos en los barcos por no cumplir con las exigencias sanitarias, los que pagamos los impuestos no les vamos a sacar las bardas del fuego a DeSantis.
Eso también daría perfecta razón al partido contrario, los demócratas, para culpar al gobernador republicano. Cube el dicho que “rectificar es de sabios”, y que nunca es tarde si hay buena recompensa. Además, si DeSantis admira tanto a Donald Trump y aspira a ser su vicepresidente, uno se pregunta por qué no ha seguido sus consejos de que todos debemos vacunarnos. El ex presidente quería que las vacunas llegaran a tiempo antes de las elecciones de noviembre del 2020, y por eso mandó a pagar $1,600 millones en julio de 2020 para que se apuraran en desarrollarlas. Se llamó Operación WARP.
Ya en Miami está comenzando una “casta de vacunados” a todos los niveles sociales, porque tanto pobres como ricos tienen amplio y libre acceso a la vacuna. Esta “casta” tiene que ver con la libertad de reunirse sin preocupaciones, en familia y entre amigos. Es más, si estás en Nueva York ganas premios y dinero si te vacunas. Es el colmo ¿no?
“Obtenga su primera dosis de vacuna en una ubicación de vacunas administrada por la ciudad de Nueva York, como se identifica en el programador de citas de NYC COVID-19 Vax4NYC , y recibirá instrucciones sobre cómo ganar un premio especial, que cambia semanalmente”, cube el anuncio. Hasta los mejores hoteles de la ciudad o $2,500 en efectivo hasta fines de julio pueden ganar los participantes.
Becas universitarias, billetes de tren, y un premio de lotería valorado en un millón de dólares ofreció en mayo el gobernador republicano de Ohio, Mike DeWine, a los que se vacunaran. Da gusto.
Es cierto que por causas religiosas o filosóficas se han hecho excepciones a las vacunaciones. Y en 1998 hubo un ensayo del physician Andrew Wakefield en contra de la triple (MMR), comentando sobre la posibilidad de que causara el autismo. Esto tuvo secuelas notables. Pero luego se descubrió que él quería proponer una vacuna creada por él, y que había un conflicto de intereses.
Es extraño que nos encante la técnica, con objetos como los teléfonos inteligentes por ejemplo, porque nos entretienen y vemos cómo funcionan. Aunque rechazamos otros avances que nos parecen imposibles porque tenemos miedo.
No debemos olvidar lo que le pasó a Galileo, en la temprana modernidad. Entonces fue la Iglesia Católica la que desdeñaba la ciencia, quizás porque les quitaría el poder exclusivo de explicar el universo.
El mundo anda al revés, la gente se niega a confiar en la ciencia, que nos ha dado el progreso. Esa misma cultura científica nos predice ahora un futuro climático aterrador y estudia cómo hacerle frente a la posibilidad de una guerra biológica, que ya está planteada en un libro de ficción, el thriller Inferno de Dan Brown.
No es cosa de broma, pero una muy ingeniosa apareció en el Miami Herald el 14 de junio firmada por el comediante Trevor Noah, presentador de The Every day Present. Hablando de los 500 millones de vacunas que el presidente Joe Biden ofreció regalar a una centena de países, Noah calculó que eso no period gran generosidad del presidente americano, sino más bien que nadie más en América quiere ya ponérselas. Son de sobra.
Olga Connor es una escritora cubana. Correo: olconnor@bellsouth.net.
” Fuentes www.elnuevoherald.com ”