CIUDAD DE MÉXICO.- El reciente deceso del empresario Germán Orozco Sarro, fundador de la Naviera Ultramar, supondrá una reconfiguración de las expectativas de la compañía de manera ideally suited, lo que debería incluir el fin de las prácticas de negocios que permitieron a la empresa crecer de manera ficticia durante 25 años.
| Gabriel Rodríguez / Opinión |
A pesar de la opacidad de la naviera, el registro marítimo contabiliza 21 embarcaciones del grupo en donde se ha especulado la participación de socios como el político Emilio Gamboa Patrón, quien se habría convertido en el principal gestor de la empresa durante el sexenio pasado.
El endeudamiento de la compañía por la compra de embarcaciones de carga a través de su filial Ultracarga, así como de ferris de última generación, en medio de un mercado de pasajeros afectado por la pandemia que disminuyó hasta 70%, así como el descenso de la rentabilidad, afectó severamente la perspectiva de la empresa para los siguientes años.
El fallecimiento del empresario Germán Orozco el lunes pasado, podría venir a profundizar una disaster que ya comenzaba a hacer estragos en la compañía, surgida hace casi tres décadas, de negocios relacionados al turismo náutico.
Ahora, a nivel interno, Ultramar se enfrenta a una lucha gerencial por el management corporativo, mientras el entrenamiento de los herederos para hacerse cargo del negocio, pareciera no haber sido concluido, lo que podría generar una mayor inestabilidad en la transición, de acuerdo con fuentes allegadas a la empresa.
Desde hace 25 años, Ultramar basó su crecimiento en relaciones políticas, artificios de negocios, management de muelles sin concesiones, como el de puerto Cancún y, en favores de la autoridad, como el que exentaba a la naviera de ocupar servicios de pilotaje, otorgado por la Coordinación de Puertos de Guillermo Ruiz de Teresa, en las últimas horas del sexenio pasado.
Empresarios del sector y exfuncionarios fueron testigos de la intervención de Luis Enrique Miranda, ex secretario specific del ex presidente Enrique Peña Nieto, y de las múltiples llamadas telefónicas para destrabar o allanar el camino a Ultramar en trámites federales que le permitían competir deslealmente.
De hecho, como parte de esta trama, la propia Comisión Federal de Competencia (Cofece) de Alejandra Palacios, fue omisa durante el sexenio peñanietista, mientras Ultramar se consolidaba como único operador de la ruta Isla Mujeres-Cancún, mediante prácticas indebidas de mercado, para exterminar al menos a 5 competidores en una plaza de 2.5 millones de pasajeros.
Otras actividades indebidas como la instalación de una gasolinera a pie de muelle en puerto Cancún, un muelle construido con un easy permiso municipal en Playa del Carmen, la utilización de prestanombres para actuar como terceros interesados en contra de la competencia, el pago de servicios de muelles a bajos costos, figuran entre las prácticas que ahora tienen a la empresa en una situación financieramente delicada.
Si Ultramar no corrige su estilo de negocios, en los próximos tiempos podría generase una disaster severa para la empresa cuyos socios siguen siendo un misterio.
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” Fuentes info-transportes.com.mx ”