El autor de una de las ficciones más tóxicas de la literatura argentina de la última década, una especie de Juan Rulfo del Río de La Plata, period un gran misántropo que tenía un manejo excepcional de la rabia y la ironía. Escribir en pretérito imperfecto acaso sea la comprobación más cabal de una noticia que cayó como un balde de agua fría para los escritores, periodistas y lectores: murió el escritor Carlos Busqued, a los 50 años, como consecuencia de un accidente doméstico. Una muerte tan absurda como inesperada y dolorosa. Resulta imposible escapar del mundo y el clima de su primera novela, Bajo este sol tremendo, finalista del premio Herralde de Novela en 2008, publicada un año después por la editorial Anagrama. Los personajes están casi todo el tiempo fumando marihuana, sobre todo Cetarti, un desocupado sumergido en la incertidumbre existencial que tiene que viajar a Lapachito (Chaco) para hacerse cargo de los cuerpos de su madre y su hermano, que fueron asesinados a escopetazos. Ese paisaje con casas hundidas en el barro, un calor sofocante y animales venenosos es inolvidable.
El escritor de apellido vasco francés fue una especie de “misterio mejor guardado” de la literatura argentina. Tenía un cuerpo inversamente proporcional a su escritura seca, económica, concisa. Cuando quedó finalista del Herralde, nadie sabía quién period porque como él mismo contaba en una entrevista con este diario no tenía demasiada vida social ni artística. Busqued había nacido en Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco) en 1970 y llegó a Córdoba en 1986, a los 16 años, porque su padre tuvo un problema cardíaco y no podía soportar el calor chaqueño. En su ciudad adoptiva terminó la escuela secundaria, estudió la carrera de Ingeniería y fue docente en la Universidad Nacional de Córdoba, donde dictaba Cálculo de Avanzada, que él mismo definía como una materia “chiquita como un Fiat 600” dentro de la carrera de Ingeniería. Desde 2007 vivía en Buenos Aires, en el barrio de San Cristóbal.
Busqued fue el último gran meteorito de la literatura argentina. Si su muerte provoca tanto dolor es por la certeza de una obra que quedó inconclusa, por los libros que ya no escribirá. La escritura surgió a mediados del año 2000 a partir de una gran disaster en la que no sabía qué hacer con su vida. Entonces había vuelto a su Chaco natal y estuvo en Resistencia, en Sáenz Peña, en Campo del Cielo, donde se reencontró con el olor de la vegetación y con ese paisaje acquainted. Cuando terminó de escribir Bajo este sol tremendo, decidió presentarla al Premio Herralde “de caradura” y porque period el único que no pedía extensión. “Cuando me escribió (Jorge) Herralde me caí de culo. Me dijo que estaba entre los diez finalistas y que independientemente del resultado quería publicar la novela. Leo tirando a poco y soy medio vago. Pero la mayoría de los escritores que me apasionaron publicaron en Anagrama. Yo no sabía ni cómo contestarle el mail a Herralde. Esperé dos días; le dije que era un honor, pero tampoco quería que se me notara que se me caían las medias. Herralde tardó una semana en responderme y yo pensé que se había arrepentido”, confesaba el escritor que reconocía que leía muchos más libros de no ficción. “Me molesta el escritor que pelotudea. Cuando el autor empieza a poner lo que piensa, yo me enojo mucho. Soy conciso porque los libros que me gustan te cuentan concretamente lo que está pasando”, subrayaba. “Para mí el estilo florido es una mariconada para llamar la atención”.
Busqued, un gran polemista en su cuenta de Twitter @unmundodedolor, solía afirmar que “casi todo el mundo, seguido de cerca, es moralmente repugnante”. Él mismo decía que había ido a muchas manifestaciones de milicos para curiosear. “Tenía la sensación de que me estaba moviendo entre monstruos. Veía las caras y me preguntaba qué habrían hecho. El juicio moral es tan de base que ya sé qué son. Sí, son enemigos, pero me parecen muchos más peligrosos los tipos normales”, advertía el escritor que después del impacto que generó en su vida Bajo este sol tremendo, llevada al cine con el título El otro hermano por Adrián Caetano (una película que Busqued consideraba “horrible”), le costó nueve años volver a publicar. En 2018 salió Magnetizado (Anagrama), un libro de no ficción hipnótico, con ecos de A sangre fría de Truman Capote, construido a partir de las grabaciones de las más de noventa horas de charlas entre Busqued y Ricardo Melogno, un asesino de taxistas que en 1982 mató a cuatro choferes en una semana, sin móvil y sin saber por qué. El libro se completa también con documentos forenses y recortes de diarios.
A diferencia de otros asesinos en serie, sobre los que Busqued leyó mucho, Melogno no tenía ninguna monstruosidad. “Ricardo es un tipo que te despierta una especie de simpatía. No me gustaría usar la palabra piedad, pero hay algo de eso, o compasión. Te da toda la idea de que es muy honesto cuando te habla. Un tipo que a los seis meses de estar en cana se quiso suicidar y podría decirte, para hacerse el bueno, ‘estaba arrepentido de lo que hice’, y en cambio te dice que se quería matar por aburrimiento, ‘es un embole estar todo el tiempo en cana’”, recordaba el escritor las impresiones que tuvo durante las entrevistas con el asesino de taxistas en el pabellón psiquiátrico de la cárcel de Ezeiza.
Su perfect de escritor, desde la inocencia de quien llega a un territorio desconocido, period Charles Bukowski. Lo leyó cuando estaba en cuarto año de Ingeniería y trabajaba en un taller metalúrgico donde se agarró una escoliosis. “Lo leía a Bukowski y sentía el odio al patrón, hacia un estilo de vida que te jode mucho. Me gusta del viejo la certeza de que nadie vale dos mangos. Me siento muy identificado con él, aunque mi vida es mucho más aburrida que la que vivió Bukowski. Los momentos más lindos de mi vida son cuando estoy solo, leyendo o escribiendo. No le tengo mucho cariño a la especie. En ese sentido soy un misántropo”, reconocía el escritor que produjo los programas de radio Vidas Ejemplares, El otoño en Pekín y Prisionero del Planeta Infierno.
La distancia entre la realidad y lo que imaginaba
-que podía ganar dinero con la escritura- no impidió que siguiera
escribiendo. Hacía años estaba embarcado en una novela “empantanada”, que
después de publicar Magnetizado
empezó a moverse un poco más. No tenía prisa ni apuro por publicar si no podía
aportar algo propio, distinto, unique, que no fuera la repetición narrativa
de Bajo este sol tremendo. Busqued,
el escritor que sintonizaba con la gente rota y los outsiders, dejó una obra tan breve como excepcional.
” Fuentes www.pagina12.com.ar ”