Siempre hay motivos para escaparse 48 horas a Cuenca. O las que se quiera. Porque la ciudad es arte, cultura, historia, y este año, además, Capital Española de la Gastronomía.
¿Qué significa esto? El año pasado fue el turno de Sanlúcar de Barrameda, antes lo fue Murcia y hasta el 31 de diciembre de 2023 será Cuenca la que presumirá de este galardón que reconoce anualmente a la ciudad o comunidad autónoma más comprometida con la promoción de la gastronomía como atractivo de un destino turístico.
Podría haber sido el premio para toda Castilla La Mancha y sus platos dignos del Quijote, pero por este año el turno es solo para la ciudad de las Casas Colgadas, que presume de emblemas gastronómicos locales como el morteruelo o el zarajo. También del alajú, pecado en forma de dulce que nunca puede faltar. Ahora, ¿dónde degustarlos?
Será selección propia el decantarse por bares de tapas, comedores tradicionales o apuestas más disruptivas en una ciudad que, no hay que olvidar, es Patrimonio de la Humanidad. Por ello, además de comer, vamos a pasear, que nunca está de más.
DÍA 1. ARTE Y GASTRONOMÍA EN LAS CASAS COLGADAS
Sin duda no hay mejor forma de empezar el viaje que con la imagen más icónica de Cuenca, que, irónicamente, no nació para embellecer como lo hace hoy, sino por pura necesidad urbanística. Porque el poco espacio en la ciudad y la falta de lugares para construir derivaron en la aparición de estas construcciones sin miedo a la gravedad que, para ser contempladas en todo su esplendor, requieren acercarse hasta el puente de San Pablo.
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Ora, quien piense que esta postal solo está para ser vista se equivoca. Dos interesantes paradas esperan dentro. Sí, dentro. La primera es gastronómica (y toda una novedad) y la segunda artística. El orden del producto no altera el resultado, así que será elección del visitante deleitarse primero con el nuevo restaurante de Jesús Segura (ya ex-Trivio) en las Casas Colgadas o perderse en el vecino museo que el fundador y primer director del MOMA de Nueva York, Alfred H. Barr, llamase “el más bello pequeño museo del mundo”.
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