Por agencia de empleo internacional
Pablo Briceño siempre tuvo la thought de irse a Canadá. Cuando egresó como mecánico eléctrico en la Universidad de Colima, se mudó a Guanajuato para trabajar en el sector automotriz, con la firme thought de ahorrar, aplicar a un programa educativo y tramitar la visa de estudiante.
Al mismo tiempo comenzó a estudiar inglés, pues sabía que eso le abriría más fácil las puertas. Sin embargo, sus planes no salieron como esperaba. Los 12,000 pesos que ganaba al mes no le alcanzaban para pagar la escuela, mantenerse y ahorrar. Tampoco fue aceptado en ninguno de los programas a los que aplicó y, además, no sentía que estuviera avanzando en el aprendizaje del idioma.
“Las agencias educativas te bombardean con información muy bonita, y a veces hasta falsa. Uno de los obstáculos es que debes tener 12,000 dólares canadienses en una cuenta bancaria (alrededor de 191,400 pesos). Si eres una persona que vive al día, es difícil juntar ese dinero”, expresa.
Así que el joven de 26 años optó por tomar otro camino. Se puso a enviar su CV a diferentes bolsas de empleo, pero únicamente a las vacantes en Canadá. Con tal de irse, le perdió el miedo a trabajar de lo que fuera.
A los dos meses lo contactó Subsequent, una agencia de empleo internacional, para ofrecerle un puesto como lavador de pipas, con la promesa de enviarlo a Ontario en 90 días. En trámites gastó 30,000 pesos, y el 1 de noviembre de 2019 se cumplió su sueño de pisar tierras canadienses.
Su jornada laboral es de lunes a viernes de 3 de la tarde a 11 de la noche, con descansos de 30 minutos. Gana 17 dólares canadienses por hora (unos 271 pesos mexicanos), es decir, que por día percibe 2,169 pesos, y alrededor de 10,846 pesos a la semana.
Tomó clases sabatinas de inglés con un profesor specific, y actualmente renta un departamento en 600 dólares canadienses al mes (unos 9,570 pesos), y en despensa gasta máximo 100 dólares a la semana (1,595 pesos). No se arrepiente de haber tomado el camino que realizó, hoy su meta es aprender francés y, ahora sí, estudiar un posgrado.
Patricia Malagón también confió en una agencia de empleo internacional. Es ingeniera en sistemas informáticos por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y, como mujer, ha sido testigo de que el sector tiene brechas de género en México. Aún así, no considera que le haya ido mal, pues trabajaba en la consultora Cognizant como desarrolladora de un proyecto para Grupo Bimbo, y ganaba en promedio 50,000 pesos al mes.
La primera vez que sintió ganas de trabajar en Canadá fue cuando, en la Alianza Francesa de la Ciudad de México, escuchó el testimonio de Sara Tapia, directora de Movilidad en la agencia de desarrollo económico Quebec Worldwide.
La mexicana contó que su éxito y desarrollo profesional lo encontró en Quebec, una provincia que alberga alrededor de 7,000 empresas de TI, de las cuales más de 100 son multinacionales, y al año contratan a más de 125,000 personas.
Una de ellas es la tecnológica Levio Conseils, que en ese momento estaba reclutando. Motivada por su compatriota, Malagón se acercó a la agencia para postularse, y en el último filtro los directivos de la compañía le dijeron que le darían el puesto de analista desarrolladora si incrementaba su nivel de francés.
Por recomendación de la empresa, se fue a Quebec en diciembre de 2019 para estudiar el idioma en la escuela Edu-Inter, y lo hizo con un ahorro de 80,000 pesos que le permitió tramitar su visa de estudiante y vivir allá de forma temporal. “En tres meses aprendí lo que no pude en tres años en México”, afirma.
Su curso concluyó el viernes 12 de marzo de 2020, y el lunes 15 de ese mes empezaría los trámites para su visa de trabajo y contratación, pero llegó el COVID-19 y tuvo que regresar, desempleada. Patricia obtuvo su permiso hasta enero de este año y comenzó a laborar en marzo. Para la joven, valió la pena la espera y hasta la incertidumbre, porque Canadá es un sueño que le permitió doblar su salario y darle una mejor calidad de vida a su familia.
En automático, su esposo recibió el permiso de trabajo y comenzó el proceso de ‘francización’, esto es, que toma clases de francés y recibe un apoyo económico por parte del gobierno canadiense, mientras que su hijo entró al cuarto año de primaria en una escuela anglófona, donde estudia inglés y francés al mismo tiempo.
“En México tenía horario de entrada, pero no de salida. Acá me regañan si trabajo de más. Le dan prioridad a la familia y al ámbito personal. Los deportes son bien vistos, la mayoría hace actividades recreativas como la lectura, y los supermercados cierran a las 5 de la tarde porque saben que la gente tiene una vida después del trabajo”, expresa.
” Fuentes expansion.mx ”