El turismo nos permite conocer nuevas culturas, visitar enclaves desconocidos y ampliar nuestros horizontes mentales. Sin embargo, se trata también, inevitablemente, de una actividad generadora de múltiples impactos ambientales. Y, aunque es casi imposible eliminar por completo dichos impactos, sí hay que tener en cuenta las prácticas más perjudiciales para tratar de evitarlas.
1.-Los elementos de la naturaleza no son ‘souvenirs’ para llevarse a casa. Esa costumbre que tiene una gran cantidad de personas de llevarse conchas, caracolas, rocas o plantas del lugar que visitan a su casa como recuerdo es una práctica muy dañina. El efecto acumulativo de esta práctica puede suponer un problema para los ecosistemas del lugar que visitamos. Hay que tener en cuenta que el simple hecho de levantar una piedra del suelo deja al descubierto el hábitat de pequeños invertebrados donde esos organismos viven y se reproducen. Hay que dejar las cosas donde están, simplemente.
2.-Evita los destinos con más renombre y masificados. Cuando te vendan fotografías de destinos muy conocidos pero en los que sólo se vean playas desiertas y sin gente, desconfía. Es imposible que al llegar a ciertos destinos de mucho renombre te encuentres esas playas solitarias. Al revés, estarán atestadas de gente. Eso, aparte de un engaño al consumidor, supone un impacto enorme sobre el medio ambiente. La masificación turística arrasa con los ecosistemas litorales con una gran cantidad de actividades: barcos recreativos, tráfico de coches, contaminación por residuos y aguas sin depurar adecuadamente, ruido, etc. No contribuyas a ello.
3.-Alójate en establecimientos respetuosos con el medio ambiente. Cada vez más hoteles prescinden de frascos desechables de plástico (los típicos mini champús y demás), aplican medidas de ahorro de agua, obtienen la energía de sistemas renovables y desarrollan otras prácticas sostenibles, al margen de las que ya son obligatorias por ley. Desde luego, lo más aconsejable es optar por el turismo rural y alojarse en establecimientos de campo, aportando así riqueza a la economía local.
4.-Consume productos locales, evita las franquicias y las multinacionales. Si has de comprar recuerdos o souvenirs, opta por artículos elaborados en la zona, pues así la población local se beneficiará de tu compra. Del mismo modo, a la hora de comer apuesta por los productos locales. Y si has de alquilar un coche, busca una empresa local, porque si es una multinacional, los beneficios no se quedan en el lugar que visitas. En resumen, deja tu dinero en negocios locales.
5.-Usa el tren, evita el autobús y el avión. El avión es un medio altamente contaminante. También lo es el autobús y el coche. Así que, siempre que ello sea posible, opta por el tren, que es un medio de transporte más sostenible y auténtico. Con el ferrocarril podrás disfrutar de paisajes mucho más atractivos que los que verás a través de una autopista y te permite conectar más con la naturaleza y los pequeños pueblos. Tarda algo más, pero se supone que estás de vacaciones, así que relájate y olvida el estrés.
6.-Evita los cruceros: son foco de contaminación por tierra, mar y aire. De todas las opciones de turismo, tal vez una de las menos ecológicas sean los cruceros, por la elevada cantidad y variedad de impactos ambientales que provocan. Numerosos estudios demuestran los vertidos que provocan al mar, los residuos que generan en tierra firme y las emisiones contaminantes a la atmósfera, que incluso pueden afectar a los pasajeros que viajan en cubierta. Además, es un sistema de viaje en ‘burbuja’, aislados en un espacio que no permite interactuar con los lugares que se visitan.
7.-Los animales y las plantas no se tocan. Ha hecho mucho daño una serie de televisión en la que aparece un individuo, supuesto divulgador, que se pasa el rato abrazando koalas, agarrando serpientes e incordiando a todo tipo de animales salvajes. Es un grave error que, aparte de ser un peligro para nosotros, supone una grave molestia para dichas especies. Ni estos animales ni sus hábitats deben ser perturbados por nuestra presencia. Hay que mantener una actitud de simple observación y desde lugares en que no molestemos. Del mismo modo, las estrellas de mar, por muy fáciles de coger y simpáticas que nos parezcan, no hay que tocarlas ni sacarlas del agua, porque mueren en pocos minutos. En los espacios protegidos (parques naturales o nacionales) hay que respetar en todo momento las limitaciones legalmente establecidas. Las plantas, del mismo modo, no deben ni cortarse ni romperse. No hay arrancar brotes y llevarse semillas.
8.-Evita los parques acuáticos o los zoos. Aunque en los últimos años muchos de estos recintos realizan actividades de recuperación de fauna silvestre, lo cierto es que no dejan de ser cárceles de animales salvajes. Las orcas, los delfines, los elefantes o los leones han de estar en libertad, y no encerrados en celdas para que la gente los mire todo el rato.
9.-Reduce al máximo el consumo de agua. En el hotel, reutiliza la toalla las veces que sea posible antes de que la laven. Reduce el tiempo de la ducha al máximo y, por supuesto, no utilices la bañera en caso de que la haya, pues es un gasto de agua enorme e injustificado. Piensa que en la mayoría de países de la Tierra hay problemas de agua, y en algunos casos este líquido es un auténtico lujo.
10.-En resumen: no dejes otra huella que la de tus pasos. En definitiva, el turista sostenible ha de ir a los lugares sin que se note que ha estado en ellos. No hemos de dejar ningún tipo de huella ecológica o, si lo hacemos, que sea la menor posible. Nuestro consumo, nuestra actitud en los espacios naturales y nuestra forma de movernos ha de ser respetuosa con el entorno. Pensemos que el impacto de una sola persona puede no ser relevante, pero sí lo es cuando eso se multiplica por miles e incluso millones de personas.
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