Tapas y Arte Flamenco

En el marco del VII Festival Ibérica Contemporánea, la Fundación PROART A.C. nos llevó en esta jornada a la Hacienda Viborillas, construida en el siglo XVIII y rehabilitada para el disfrute y la alegría de aquellos que deciden usarla como escenario de sus eventos. La experiencia es como entrar en una historia anterior, como revivir una época de la que tenemos referencias pero que nos queda lejos... asomarnos a la historia viva de un México ancestral que solo hemos visto recreado en el cine. La visita empieza en la vieja estación  de tren que mantiene varios vagones en perfecto estado de conservación, y continúa por diversos jardines y distintas estancias de la época que nos recuerdan a otros espacios de castillos y palacios muchísimo más antiguos.

La degustación de tapas y el espectáculo tiene lugar en Las Cavas, que sigue  sorprendiéndonos por la capacidad y el buen gusto de la decoración. El fondo de escenario, redondo y bien iluminado nos sugiere que todo lo que allí suceda va a ser importante. Y empezamos...

Regalo, de Pedro Córdoba

Guitarra: José Luis Medina

Cante: El Mati y Antonio Campos.

"Regalo" es el espectáculo de Pedro Córdoba, un catalán de padres andaluces afincado en Madrid después de haber vivido muchos años en Sevilla. Su trayectoria es muy interesante ya que ha trabajado en la Compañía Andaluza de Danza, varios años en la compañía de Eva la Yerbabuena, y ha colaborado con frecuencia en las compañías de Javier Barón, Joaquín Grilo y Javier Latorre. 

Le acompañaban al cante Antonio Campos y el Mati, con la guitarra del cordobés José Luis Medina. El formato, por las características del espacio escénico, fue el de Tablao, pero eso no restó al resultado final. Abrió por soleá, como los grandes... voces en alternancia, Antonio y Mati, y fue como si Pedro gritara en desafío: Esta es mi verdad... Yo soy Flamenco! Y cada vez su grito era más fuerte. La tensión se cortaba... Y los compañeros artistas del festival que asistieron lo jaleaban con la misma verdad que él regaló.

Tras la granaína de José Luis Medina en la que demostró ser un guitarrista de altura, seguro y de sonido brillante, los cantaores hicieron la llamada por tonás, personal y la del Cristo que popularizó el gran Don Antonio Chacón, para que Pedro se acordara del primer bailaor que se atrevió con este palo, Antonio el Bailarín, y se rebuscara muy dentro para dar todo lo que tenía. Y así lo hizo con la fuerza que imprime en sus pies, jugando con los tiempos, vertical y sobrio, sin brazos apenas excepto para recomponer la figura, amigo del contratiempo y de la ausencia de artificios. Y otra vez la formó... 

Tiempo para los tangos con la ausencia del bailaor, en lo que fue un paseo por la geografía andaluza y extremeña. Antonio y Mati alternaban su intervención creando un muestrario generoso de este palo flamenco.

Las alegrias se convirtieron en la lanzadera del último tramo de "Regalo".  Una letra corta de Rafael Romero y Pedro Córdoba sale convencido, buscando la mirada de complicidad de sus acompañantes, un desplante y la esencia, en unas alegrías equilibradas y serias, que dan paso a bulerías cargadas de una tensión que crece, que se respira dentro y se transmite fuera. Pedro se gusta y suma, y ahora entendemos el título de esta obra. Él es el regalo... Porque el Flamenco de verdad no necesita nada más para ser grande.

"Faro" de Eduardo Guerrero.

Guitarra: Javier Ibáñez

Cante: Samara Montañez y El Mati

El Faro es el que alumbra, el que marca la senda de los marineros que navegan en la noche. Faro es la luz y el brillo. Pero Faro es el mar y el oleaje, y el viento y también la lluvia, y la luna que crece o que decrece.. Faro es la historia misma de un puerto de mar y de su gente. 

De Cádiz llega Eduardo Guerrero, y nos presenta Faro, el más austero de sus espectáculos, sin trama ni teatralidad. E independientemente de eso, lleno de fuerza y de belleza. Es un formato dinámico, donde todo se mueve, se evoca al mar y al cielo de forma recurrente, y Eduardo es estéticamente perfecto. Su complexión y su nivel de coordinación es la de un atleta de élite. 

Empieza con la Caña rápida que puso sobre los escenarios el Maestro Morente para representar un corrida de toros y para su entendimiento no se requiere de imaginación alguna. Todo es evidentemente gráfico y obvio. Cita, quiebra, pasa, torea, a veces toro y a veces torero, y se hace visible el honor, la nobleza y el arrojo. Todo el tiempo sacude un taconeo constante, como banda sonora de la muerte anunciada. Este número ya es un clásico del Arte.

Guerrero sale de escena y Samara llora despacito y con regusto Volver de Carlos Gardel. Desgarrada y doliente, para el tiempo...

La rumba es una fiesta también para el flamenco, sinuosa y sugerente. Jugando con palillos y con pies, Eduardo se sitúa en el centro de todo. Samara y Mati rompen para él sin reserva. Es ese otro flamenco que se baila en las fiestas y en las celebraciones, pero que casi nunca pisa el escenario. 

Mati da otro respiro a Guerrero, esta vez  por bulerías de Pansequito y termina en Adiós Málaga del último disco de estudio del Maestro Enrique. 

Después el temporal, el viento sopla y tocan los cantes sin guitarra. Romances y tonás llenan el plano con un Guerrero que explota y se expande. No hay formas nuevas aquí. Es Cádiz. El ingenio es la simpleza adornada por las formas de este mago de la expresión corporal. Y recogerse en el dolor por Seguiriyas y Cabales.

Por bulerías frenéticas le canta Mati al Mar Mediterráneo y Eduardo sabe que este es el momento del alarde. Y vuelven al triángulo para chapotear en las salinas de la bahía de Cádiz por alegrías. A sal huele y a redes recién sacadas del agua. Guerrero es estampa y vértigo en este palo.

Remata en Bulerías, también de Cádiz, y su temperamento le hace saltar desde el escenario. Lo ha dado todo y sobran las palabras. ¡Viva el flamenco!.